Sus etnias desaparecidas, la ovejería, su geografía, su historia de esfuerzos y valentía, los desconocidos “chelep”, la industria turística, algunos extraños visitantes, la mayor reserva de agua dulce del planeta. Patagonia misteriosa y prometedora. ¿La ha olvidado Chile?
Por Arturo Alejandro Muñoz
“Región de Magallanes y de la Antártica Chilena”, nombre oficial de nuestra bella Patagonia, el sector poblado que es también el más austral del mundo, cuya superficie continental alcanza los 132.291 kilómetros cuadrados y es la puerta de entrada al continente antártico, caracterizado además por el Estrecho de Magallanes, hito geográfico que sirve de puente para unir a los dos océanos más grandes del planeta: Atlántico y Pacífico.
Territorio vasto, hermoso y con misterios no dilucidados, pese a que avanza ya el siglo XXI,
Olvidada (o tal vez ignorada) durante a lo menos un par de siglos luego del paso de Hernando de Magallanes por el corazón marítimo de la región, la Patagonia señala hoy la importancia que –para Chile y el mundo- tienen sus reservas de agua dulce, las mayores del planeta contenidas en glaciares y ventisqueros.
Escenario de intrépidas y heroicas hazañas, siendo tal vez la principal de ellas el viaje de la goleta “Ancud”, la cual afirmó para Chile la soberanía del territorio de Magallanes. Construida por manos y con maderas chilotas, zarpó de la rada de Ancud el 22 de mayo de 1843, y luego de 4 meses de navegación, el 21 de septiembre de ese mismo año, arribó al Estrecho de Magallanes, donde los marinos de la Isla Grande de Chiloé bajaron a tierra, izaron el pabellón nacional y en nombre del gobierno chileno tomaron posesión de aquellas latitudes para nuestro país. Sepa usted, amigo lector, que ese acto precedió sólo en 24 horas el arribo de la corbeta francesa “Phaeton”, la que al día siguiente ancló en el mismo lugar con idéntica finalidad.
La Historia da un giro (en parte quizá doloroso, vergonzoso) años más tarde, ya que en 1848 el gobierno transformó la zona en una colonia penal y, tiempo después, se produjo una inmigración continua que fue poblando la región con hombres y mujeres procedentes de distintas tierras.
Punta Arenas se fue haciendo ciudad a punta de inmigrantes. Españoles, portugueses, holandeses, eslavos, croatas, ingleses, rusos y chilenos, se encontraron en los confines del mundo. Eran balleneros, cazadores de lobos marinos, comerciantes sin fronteras, aventureros variopintos, muchos de los cuales huían del martillo de la justicia de sus países de origen, pero algunos llegaron dispuestos a agenciarse interminables extensiones de tierras habitadas por pacíficos pueblos prehispánicos, los que resultaron exterminados a sable y fusil por mercenarios que contrataban terratenientes y comerciantes. El genocidio de los Selk’nam –u Onas- sintetiza lo dicho.
Durante años Chile fue el dueño de toda esa amplia extensión de tierra, desde el Atlántico al Pacífico, hasta que las disputas con Argentina –en 1881cuando este país nuestro se encontraba enfrascado en una guerra contra Perú y Bolivia- llevaron a los gobiernos en Santiago a conformar el mapa de la austral región tal como usted lo conoce hoy día.
Pero, en esencia, la Patagonia fue un territorio ocupado mayoritariamente por extranjeros en busca de fortuna. Algunos la consiguieron, como ocurrió con la rusa Sara Brown y el portugués José Nogueira quienes se convirtieron en los pioneros de la ganadería ovina austral, famosa y apreciada en el mundo entero.
La página web www.explora.com, señala: “a fines del siglo XIX e impulsada por la demanda de lana de la industria textil británica, la economía de la Patagonia se concentró en la actividad ganadera, especialmente ovina. En los extensos valles verdes de la pampa se establecieron grandes propiedades agro ganaderas o estancias, muchas de las cuales permanecen hasta el día de hoy”.
Dueña de una belleza indómita y un clima frío que no admite pobres ni indigentes, la Patagonia –Punta Arenas en particular- fue durante más de un siglo territorio “olvidado” por este Chile nuestro, centralista y cómodo, tan perfectamente tibio en lo social y en lo político. Poca duda cabe que la política de ocupación antártica, impulsada por el estado chileno a mediados casi del siglo XX, convirtió a esa ciudad en puente obligado para acceder a las bases situadas en el continente helado.
Obviamente, no es esa la única causa ni razón del desarrollo magnífico que ha experimentado la capital de la región de Magallanes, pues no debe olvidarse que un grupo de trabajadores de ENAP -liderados por el ingeniero Eduardo Simián- logró extraer petróleo en una localidad llamada Springhill, en la isla grande de Tierra del Fuego, al sur del estrecho, el año1945.
A lo anterior se une hoy la empresa turística, fuente inagotable de recursos económicos, ya que la belleza de la zona atrae a visitantes provenientes de todas las latitudes. Pese a ello, la Patagonia continúa siendo una zona despoblada, en la que solamente dos ciudades destacan como centros urbanos importantes. Puerto Natales y Punta Arenas, cercanas ambas a la principal maravilla de la región, el parque Torres del Paine, situado a 147 kilómetros de Puerto Natales, y a 393 kilómetros de Punta Arenas.
Sin embargo, la zona continúa siendo heredera de misterios sin desentrañar, uno de los cuales, el de los “chelep”, ignota etnia patagónica que algunos antropólogos e historiadores creen que pudo haber existido, aislada y silente, morando en los bosques de la Patagonia central andina. Para ello, se basan en parte en los escritos dejados por James Dunne, Secretario de la Gobernación de la Colonia en 1845, y por el ingeniero Llwyd ap Iwan, miembro distinguido de la comunidad galesa que había iniciado en 1865 la ocupación colonizadora del valle inferior del río Chubut bajo los auspicios del gobierno argentino.
Respecto de esa misteriosa y desaparecida etnia patagónica –que mucho asemejan hoy a la ficticia etnia de los “hobbies” creados por la imaginación del escritor R.R.Tolkien (“El señor de los anillos”)- los profesionales de la antropología, la Historia y la Arqueología, afirman sus certezas en los escritos dejados por James Dunne, quien relató una de sus largas conversaciones con Santos Centurión, un “criollo aindiado”, como se conocía por la época (siglo XIX) a los aventureros de raza blanca que voluntariamente residían entre los aborígenes.
Escribe Dunne: <<Según Centurión, entre el río Negro y el de Santa Cruz, por el camino interior que es por donde viajan los indios, hay dos lugares en donde se encuentran bastantes casas de piedras pintadas de varios colores, y las cuales están habitadas por una raza que según la detallan los Patagones tienen mucha semejanza con los orangutanes, y los Patagones les llaman “Chelep”>>
Por otra parte, el ingeniero galés Llwyd ap Iwan, contaba en 1894 que en una de sus conversaciones con indígenas de la zona, estos le habían confidenciado que los sepulcros encontrados por él (ap Iwan) allí donde los tehuelches nunca entran, “eran tumbas de indios de una tribu diferente, que no tenían caballos, pero que vivían en las montañas, tenían cuerpos velludos y eran muy feroces y fuertes, pese a su baja estatura”.
Aunque tehuelches y onas acostumbraban revestir los cuentos sobre los chelep con bastantes fantasías, e incluso los usaban para asustar a sus propios niños, es posible colegir que esos chelep pueden haber sido alguna tribu tehuelche que se refugió en las soledades de los bosques patagónicos andinos y se mantuvo allí, aislada, durante muchas décadas, razón por la cual sus compatriotas tehuelches no tenían noticias de ellos.
Misterios de la Patagonia que aún no han sido desentrañados. Como misteriosas es también la permanente presencia de centenares de jóvenes israelitas que llegan a la zona en calidad de turistas luego de haber realizado su servicio militar, viajes que según afirman muchos puntarenenses los paga el estado de Israel.
Tanto en Chile como en Argentina, estas visitas han llamado la atención y comenzaron a preocupar incluso a algunas autoridades, como es el caso del senador chileno Eugenio Tuma, quien aseguró que (sic) “miles de jóvenes israelíes que visitan el sur del país son en realidad conscriptos que vienen a hacer cartografía para otros fines no turísticos”.
El parlamentario concedió una entrevista a Controversia TV, en la que habló del “riesgo para la continuidad territorial de Chile” que representa la llegada de los jóvenes israelíes a la Patagonia. “Chile no puede tener la ingenuidad de pensar que miles de conscriptos israelitas vengan a visitar (la Patagonia? de forma permanentemente y estén haciendo cartografía. Eso delata una ingenuidad de nuestra Inteligencia como para pensar que esto no tenga alguna coordinación desde el Estado de Israel para algún otro fin que no sea turístico“, explicó Tuma a CNN Chile.
De inmediato, el director ejecutivo de la Comunidad Judía en Chile, Marcelo Isaacson, fustigó los dichos del senador Tuma y dijo a CNN: “encontramos increíble que un senador esté sembrando el odio hacia un país que históricamente ha tenido buenas relaciones con Chile”.
Lo expresado por Tuma, manifestó Isaacson, “es digno de ser examinado por un médico siquiatra”, y aseguró que con la tecnología que existe actualmente no es necesario enviar a jóvenes para hacer mapas a mano. “Basta con entrar a Google Maps, abrir esa aplicación y podemos ver el mapa de cualquier lugar del mundo, no sólo de Chile. Lo que hacen simplemente los jóvenes israelitas es venir a conocer un hermoso país”, aseguró Isaacson.
Las culturas originarias, Selk’nam u Onas, Alacalufes, Tehuelches, así como la masa de aventureros arribados en el siglo XIX, la masacre inaceptable y bárbara de indígenas, la espléndida ovejería, el Milodón, las torres del Paine, el estrecho de Magallanes, sus fiordos, canales y glaciares, sus lagos, ventisqueros y bosques, sus pampas interminables, los Chelep, el turismo en su máximo esplendor, la belleza indómita de sus parajes, la cercanía con la Antártica, las características de Terra Australis y fin del mundo, todo ello hace de la Patagonía un territorio único, maravilloso, amplio y diáfano que, sin embargo, posee misterios que aún no conocen la luz.