Medios japoneses afirman que el estudio abandona la producción de dibujos animados para salvar las cuentas de la empresa.
Hace dos semanas se estrenó en Japón la que podría ser la última película de Ghibli, “Omoide no Marnie” (El recuerdo de Marnie), dirigida por Hiromasa Yonebayashi, el film tenía la responsabilidad de salvar las cuentas de uno de los estudios de animación más famosos del mundo.
Pero la producción no recaudó lo suficiente en la taquilla japonesa, por lo que han decidido optar por lo que ellos consideran más correcto: detener temporalmente la producción de filmes. Así lo reveló Toshio Suzuki (productor y co-fundador del estudio) a un programa de televisión japonés. Suzuki confirmó en sus declaraciones que Ghibli no tiene, por el momento, ningún proyecto nuevo en carpeta, por lo que se tomarán un tiempo para decidir “hacia dónde apuntar” en el futuro.
Cuando Hayao Miyazaki, cofundador y alma creativa del estudio, anunció su retirada el verano pasado, las sospechas sobre un declive de la marca fueron automáticas. El retiro de Hayao Miyazaki de la dirección de películas ha afectado negativamente a los bolsillos del estudio, ya que tanto sus proyectos como los de Isao Takahata son los que en verdad resultan ser rentables.
El temor se acrecentó a principios de año cuando el productor y también cofundador de Ghibli, Toshio Suzuki tomó la decisión de abandonar su faceta de productor y asumir con plena dedicación su cargo como director general.
El motivo de esta crisis se debe a los altos costos que soporta el estudio cada vez que crea un nuevo largometraje. Hasta ahora, y en parte gracias a la genialidad de Miyazaki, las ganancias en taquilla compensaban los gastos.
En el 2013, Ghibli recaudó con el largometraje “Kaguya Hime no Monogatari” (La historia de la princesa Kaguya), 37 millones de euros. Cifra insuficiente para cubrir lo que costó su producción. El estudio lo consideró un auténtico fracaso, sobre todo al comparar las cifras en taquilla de “El viaje de Chihiro” (2001), 220 millones de euros.
El año pasado ni siquiera pudo salvarlo la que fue la última película de Miyazaki, “El viento se levanta”. A pesar de que recaudó 84 millones de euros, en 2013 Ghibli acabó en números rojos por gastos sumados a lo que paga a sus empleados al año, 14 millones y medio de euros.
La extensa plantilla, necesaria para conseguir la calidad de las animaciones del estudio, parece ser uno de los principales motivos de las malas cifras de la marca. Es por eso que la solución a corto y mediano plazo parezca ser renunciar a la producción de películas y así prescindir de los servicios del gran número de animadores y otros trabajadores que dan vida a las obras de Ghibli.
El resto de los estudios de animación japoneses subcontrata parte de la producción de sus obras a empresas extranjeras, fundamentalmente de China o Corea, abaratando así los costos. Pero el sello que tiene la obra de Hayao Miyazaki, y del estudio es la realización de los films casi en su totalidad a mano, descartando la velocidad y efectividad del ordenador.
El adiós de estudio Ghibli http://t.co/waucGwzKtJ