Por Cristián Villegas Director
Instituto de Educación y Lenguaje Universidad de Las Américas
La singularidad tecnológica es un concepto que describe el momento en que las máquinas superarán las capacidades humanas, evolucionado de manera autónoma. El origen más aceptado es que el concepto nace en los años ’50 de parte del matemático John Von Neumann, bajo la premisa de que el avance tecnológico acelerado, haría que el ser humano no pudiese anticiparse a la máquina.
La popularización de este término se da en una novela de los años ’80 de Vernor Vinge, quien se refiere a la creación de una IA superhumana que marcaría un escenario donde la población cambiaría radicalmente; más reciente es la propuesta de Ray Kurzweil, en la cual relaciona la singularidad de la inteligencia artificial con el desarrollo tecnológico acelerado, lo que adelantaría la posibilidad de un mejoramiento exponencial de esta herramienta de forma rápida, si es que se tienen a mano las condiciones técnicas.
En estos términos, la singularidad de la inteligencia artificial, capaz de mejorar sin el apoyo humano, presenta una serie de beneficios, pero también peligros. Dentro de sus ventajas podrían existir los avances en educación asociados a entes autónomos capaces de atender a las personas de forma continua y sin limitaciones y, lo más importante, generando nuevas estrategias y procedimientos más allá de las capacidades actuales del ser humano.
Sin embargo, existen riesgos que se deben asumir si es que la relación humana con la IA toma este camino, como la pérdida total del control de esta tecnología con lo cual podría tomar decisiones contrarias a los valores y juicios humanos; o el impacto en el mundo laboral, pues la automatización masiva de varias acciones generaría desempleo en aquellas áreas que no se hayan actualizado y que serían reemplazadas en su mayoría por agentes autómatas.
La singularidad, situación que desde hace años se proyectaba como un escenario hipotético, hoy constituye una preocupación evidente considerando los avances en materia de IA. Se proyecta entonces que ocurra en menos de una década, y por ello es importante conocer el desarrollo de iniciativas que buscan implementar tecnologías amables y que permitan asegurar que siempre estén bajo el control humano.
El exponencial desarrollo de esta tecnología y su impacto revolucionario genera incertidumbre, por lo cual se requiere que los futuros modelos de IA, cada vez más potentes y autónomos, estén provistos de medidas de control que aseguren el respeto por la voluntad y necesidad humana.