Estamos ante un libro de esos que cuando lo lees, dejan huella. No es cualquier historia sobre la vida maltrecha de una joven que ha vivido las desgracias de la guerra. Ni siquiera podemos categorizarla como la biografía de una mujer maltratada por el machismo del islam. Es algo mucho más profundo, que cuando lo entiendes traspasa todas las fibras de tu ser. Yo soy Malala prueba el poder de la palabra escrita, de la educación, la verdadera arma de destrucción masiva de maldad, ignorancia y desigualdades.
Es la historia de una niña llamada Malala que vive en el valle de Swat, en Pakistán. Primogénita de una familia humilde del valle, es la hermana mayor de tres hijos, los otros dos varones. Cuando ella nació no se escucharon disparos de rifles al cielo (señal de la llegada de una alegría, un varón a la familia), tampoco se celebró. Sin embargo, su padre, un hombre de letras que luchaba ya en su día por crear una escuela, le pidió a sus amigos que dejaran en la cuna de su primera (y en esa época, única) hija las ofrendas típicas que se les da a los niños cuando nacen. Ya comenzaba la diferencia que tendría que vivir Malala, la diferencia de ser una ciudadana de segundo orden. No obstante, su padre, Ziauddin Yousafzai, fue el primero que confió en su hija, antes incluso de que ella supiera hablar. El nombre de Malala viene de una heroína real que tuvo la nación de Pakistán, Malalai de Maiwand. Le pusieron este nombre porque Ziauddin creía que su hija iba a ser una mujer importante, que iba a hacer grandes cosas. No se equivocó.
Con apenas 11 años, Malala se convirtió en toda una eminencia en el mundo cibernético bajo el seudónimo Gul Makai, regentando un blog de denuncia social sobre las atrocidades que ocurrían día a día en todo Pakistán. Poco a poco, Malala dejó de ser una simple niña que luchaba por la educación y la paz, para convertirse en toda una activista profesional, acompañada de su padre, también activista y luchador nato por los derechos humanos.
En Yo soy Malala asistirás a la creación de una nación que, en palabras de Malala, nació a Medianoche. Toda la historia que envuelve a Pakistán, de cómo su creador, Muhammad Ali Jinnah, deseaba un lugar de paz y civilización y que murió antes de poder ver en lo que se había convertido, justo en todo lo contrario que había deseado y luchado tanto por conseguir. Pakistán se ha caracterizado todo este tiempo por ser una nación revuelta, muchas guerras y asesinatos se han producido allí y la tristeza y la miseria se han quedado instaladas. Sin embargo, Malala es capaz de darnos una visión positiva de las gentes que viven en su misma situación, nos da una explicación de todo lo que ocurre y que nosotros sólo escuchamos manipulado en prensa y televisión. Malala nos regala un trocito de su amada tierra y nos enseña a respetar a los que sienten diferente que nosotros.
En el valle de Swat existían varias escuelas para niñas. Hasta escuelas de niñas y niños. El padre de Malala era director de unas cuantas. Sin embargo, Malala iba a esas escuelas, sabía inglés, aprendía matemáticas, química, historia y literatura. Con apenas 10 años ya leía libros y miraba con nostalgia la libertad que sus heroínas, como Anna Karenina ostentaban, aunque Anna Karenina no es que fuera “tan” libre.
Lo más destacable es la figura paterna de Malala. Ziauddin es otro héroe enorme en esta historia. Un padre que lucha por su hija hasta dejarse la vida. Arriesgando su propia piel, orgulloso de su única hija como ningún hombre estaría en la vida. Ziauddin es quien le enseña a Malala todo lo que sabe, el respeto, la importancia de la educación y el amor por la paz. Es este mismo hombre el que jura y promete a la pequeña que nadie jamás le cortará las alas. Eso se lo dice con miedo, sabiendo que los talibanes se acercan al valle de Swat y todas esas horribles noticias de sangre, de mujeres asesinadas o muertas en vida, encerradas y a oscuras, historias pesadillescas que vienen desde Afganistán, podrían instaurarse en su pequeño valle.
Otro aspecto positivo de esta biografía es toda la información política que podemos absorber mientras lo leemos. Ya no sólo de la importancia de EEUU y sus horribles decisiones o de la creación de estos radicales terroristas llamados talibanes, sino también de la propia política de Pakistán. Conoceremos momentos culminantes de la historia de este país y podremos ser testigos de cómo el pueblo de Pakistán, al conocer la horrible noticia del ataque hacia Malala, se vuelcan en ella, porque la ven la sucesora directa de Benazir Bhutto, antigua Primera Ministra de Pakistán (1988-90; 1993-96).
Después del atentado de Malala, cuando es trasladada al hospital militar de Pakistán, viviremos los momentos de tensión más horribles que la literatura nos pueda dar. Y es que esto fue real, más real que nada. Una niña al borde de la muerte. Y todo por culpa de unos psicópatas radicales. Toda la nación se estremeció. Y la tristeza de su familia, de la gente cercana que en algún momento ayudó a Malala en su importante lucha contra la violencia de su país, nos deja sin aire.
El relato que ella misma nos cuenta tiene una fuerza que traspasa las páginas. El príncipe de los Emiratos Árabes le fletó un avión privado, de la familia real de ese país, para que pudieran trasladarla con urgencia a un hospital de Inglaterra. Diferentes países, todos ellos unidos para salvar la vida de una niña. Definitivamente, toda la aventura y todas las personas que estuvieron implicadas en esta, son una vorágine de emociones que debes experimentar leyendo esta biografía.
Reseña de Libros: Yo Soy Malala de Malala Yousafzai y Christina Lamb – GRANVALPARAISO http://t.co/L4rgb4eyqH